jueves, 29 de marzo de 2018

Biografía del hambre, de Amélie Nothomb

Quería empezar con Amélie Nothomb desde hace meses, después de haber oído encendidísimos elogios de lectores prácticamente enamorados de la forma de narrar de esta escritora belga de 51 años. Autora de un buen puñado de libros, he escogido su Biografía del hambre, una de sus novelas autobiográficas. Una vez terminada, aún no sé si me ha deslumbrado, si me ha desencantado, si devoraré sus otras novelas, si la dejaré pasar... Todavía resuenan en mi cabeza algunas de sus frases y eso ya es mucho... ¿pero hay razones para adorar -tanto- a Nothomb?

Elegí la Biografía del hambre guiada por una autora española, Luna Miguel, que conoce bien su obra: es una de sus novelas construidas a base de recuerdos, ambientados en los países en los que vivió de niña arrastrada por el trabajo de diplomático de su padre. Nothomb estructura la novela, un recorrido por sus experiencias más impactantes de su infancia y adolescencia, en torno al hambre, un concepto que va mucho más allá de la sensación física. Es el hambre real de una niña por el placer y el control de su cuerpo, que calma en forma de atracones de dulces y de agua muy fría y que después se transforma en otro tipo de sentimiento que irá evolucionando: hambre de amor, de belleza, de sensaciones, de plenitud.

El planteamiento de Nothomb es original y en cierta forma universal: la autora parte de lo particular -una reflexión al comienzo sobre la influencia del hambre en la cultura, y sus primeros recuerdos en torno a esa sensación- hacia un concepto mucho más amplio, que ejemplifica con muchos recuerdos de su infancia y de su entrada en un mundo que encuentra cada vez más deslumbrante. La autora se va descubriendo a sí misma -es genial la escena de la niña mirándose en el espejo mientras come- y a lo que le rodea, y va encontrando nuevas y maravillosas formas de satisfacerse, en forma del amor de los adultos, de la belleza siempre cambiante que la rodea, de las primeras y apasionadas amistades... La pequeña Nothomb descubre el poder que tiene sobre otros, el que tiene sobre sí misma, su cuerpo y sus sensaciones; y los mil placeres que la aguardan más allá. El sentimiento cambia cuando crece, algo que, al contrario que otros niños, no desea sino que teme: hay más dolor y sufrimiento, pero el hambre permanece...

La intensidad de Nothomb y su forma de explicar esa etapa de la que tantos han intentando escribir, la infancia, es maravillosa. Sabe darle la luz y la fuerza necesarias; sabe pararse en lo pequeño, en la forma en que pequeños acontecimientos sacuden a un niño. Es la historia de un descubrimiento continuo. A la vez, la autora presenta otros temas: las relaciones familiares, la fuerza que puede haber en la amistad entre niñas y luego mujeres; el dolor que implica acercarse a la edad adulta... Pero al mismo tiempo, esa intensidad puede ser un lastre para algunos lectores: es una obra muy personal, en la que ella impregna cada página, y habrá quien no se sienta atraído por su universo y su forma de contar. La única forma de salir de dudas es probar y ver si salimos convertidos en uno más de sus muchísimos fans.

Ratita presumida

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