lunes, 27 de noviembre de 2017

Manual para mujeres de la limpieza, de Lucia Berlin


Manual para mujeres de la limpieza fue un éxito de ventas en 2016. Y desde 2016 quería leerlo, recomendado por críticos como un gran redescubrimiento. Su autora, Lucia Berlin, murió sin ser muy conocida, pero yo pensé en ella en París, cuando vi su libro frente a Notre Dame publicado en inglés. Aunque parte de su éxito se debe a los temas tan desgarradores que toca (alcoholismo, pobreza, enfermedad), utiliza ciertos recursos en algunos cuentos muy originales que, sin ser Chéjov, merecían un reconocimiento.


La recopilación de cuentos de Berlin Manual para mujeres de la limpieza se publicó de forma póstuma en 2015, para intentar hacer justicia a una autora que nunca tuvo mucha fama, pero que encandilaba a sus alumnos a los que daba clase de escritura creativa en la Universidad. Vivió en muchos lugares diferentes: Alaska, Texas, Chile, California... y la (su) mezcla de culturas en estados donde el bilingüismo es una realidad se refleja en sus cuentos. Su vida no fue fácil, pero dicen que afirmó que si hubiera tenido un éxito temprano no hubiera podido escribir como lo hizo. Murió en 2004.

Lucia Berlin (www.luciaberlin.com)
Los cuentos de Berlin no son autobiográficos, aunque sí utiliza escenarios y detalles de su vida para adornarlos o como punto de partida. Las protagonistas de sus cuentos son casi siempre mujeres, aparecen madres de cuatro hijos, siempre hay algún personaje alcohólico y se sitúan en alguna de las múltiples ciudades donde vivió. Berlin es de esos autores que necesitan contar verdad para escribir bien, o al menos partir de ella, porque si no, no les sale.

Como ejemplo os hablaré de Estrellas y Santos. Me gustó por ser de los primeros cuentos que leí, quizá con el que decidí que terminaría el libro.

La protagonista es una nina que no está integrada en el colegio, y a la que en casa no le entienden. Me pareció un comienzo muy bueno: con la frase My whole life I've run into these situations relaciona su inseguridad actual con un trauma infantil, que Berlin cuenta sin dramatismo excesivo, porque no hace falta. Este cuento ejemplifica muy bien su, para mí, rasgo más característico: la capacidad de no disfrazar la verdad, aunque duela, contando dramas con humor, o historias románticas sin final feliz. Su verdad más sincera rebosa en los cuentos, y es su visión de la vida, agridulce, la que nos engancha, porque percibimos la autenticidad en los fracasos de los que habla, sin príncipes azules ni heroínas como protagonistas.

Eso es lo que más (y lo que menos) me ha gustado de Manual para las mujeres de la limpieza: sus cuentos son muy sentidos, y en todos se nota el descuidado lenguaje tan cuidado que les daba personalidad. Pero claro, leer seguidas tantas historias con alcohólicos como protagonistas puede resultar injustamente repetitivo, así que os invito a leer a Berlin distanciando sus cuentos para poder disfrutarlos.

Como comenté al principio yo lo leí en inglés, y merece la pena hacerlo para captar ese ritmo tan suyo rápido y directo, que le daban sus palabras. Esa elección de adjetivos, a veces frases tan coloquiales, marca su estilo, y es lo que nos haría capaces de reconocerla en cualquier cuento. Pero, según he leído, su traducción al espanol es buena, por si no os atrevéis con el inglés.

Ratita de laboratorio

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