domingo, 10 de marzo de 2013

Nuestro hombre en La Habana, de Graham Greene

Cuando empecé Nuestro Hombre en la Habana, me imaginé que iba a ser la típica historia de espías e intriga, con personajes como los que aparecen en El tercer hombre, película -y novela- de la que fue también guionista. Así que me llevé una sorpresa cuando descubrí que los protagonistas no eran misteriosos agentes secretos sino gente desquiciada, metida en una trama de espionaje por casualidad, que vive situaciones absurdas y se ve sorprendida -y atrapada- por un sistema igualmente absurdo.

La novela está ambientada en Cuba en los años 50, en plena guerra fría y poco antes de la revolución castrista, que ya se adivina. El protagonista es míster Wormold, un vendedor de aspiradoras en la Habana que sólo quiere llevar una vida tranquila con su hija adolescente y cuya única preocupación es ganar lo suficiente para pagarle todos sus caprichos y llevarla algún día de vuelta a Londres. Todo cambia cuando un extraño hombre se le acerca para proponerle trabajar para el servicio secreto británico. Y aunque Wormold tiene un nulo espíritu de aventura, termina aceptando en parte porque se lo imponen y en parte porque el sueldo le permitirá cumplir sus sueños.

A partir de aquí se desatan las locuras: Wormold no tiene intención de meterse en líos, así que se inventa los informes y llega a enviar a Londres el plano de una aspiradora como supuesta base rebelde. Pero terminará convertido en un espía de verdad, arrastrado por sus propias mentiras y por lo que de verdad está ocurriendo en la isla, con lo que el libro, aunque sea sobre todo de humor, tiene también misterio, mucha acción y bastante fondo detrás.

Nuestro hombre en la Habana es una novela redonda, divertidísima y que se lee en un suspiro. Sólo por la locura colectiva de los protagonistas y lo que Greene nos hace reír vale la pena empezarlo, pero lo que termina de hacerlo brillante son algunas de las reflexiones que se les escapan a los protagonistas. En una época marcada por la amenaza de la guerra constante y los recelos mutuos, Greene reivindica la importancia de la libertad frente al sistema, cualquiera de ellos. Sus personajes están atrapados en una isla que en breve se va a convertir en el epicentro de la guerra fría y para colmo están metidos en una trama de espías que les hace no saber en quién pueden confiar, pero tienen claras cosas como éstas: "Si amo u odio, quiero amar u odiar como individuo. No voy a ser 59200/5 (su nombre en clave) en la guerra total de nadie".

Greene, de quien dicen que también fue espía para los servicios secretos británicos, parodiados sin piedad en este libro, deja claro que no cree en patrias ni banderas a base de humor pero también de frases escondidas como "un país es más una familia que un sistema parlamentario". Su héroe es un hombre anónimo superado por los acontecimientos, pero que se salva precisamente por no tomárselos en serio. Su único problema es el que le revela en una ocasión otro personaje: pese a todo, "nunca estará lo suficientemente loco". 

Ratita presumida

4 comentarios:

  1. ¡Este es el libro que andaba yo buscando! Un libro sencillo y divertido . Además comentándolo con mi padre me ha dicho que se lo leyó hace un par de años, le gusto muchísimo y le pareció muy divertido. Cuando lo encuentre en alguna biblioteca (he decidido no comprar más libros hasta navidades)y lo lea os cuento. Abrazos

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  2. Seguro que te gusta y probablemente te rías con él, a mí el sentido del humor de Greene y la historia en sí me encantaron. Lo de la aspiradora es buenísimo... Y fijo que está en cualquier biblioteca. Gracias por el comentario y a ver qué te parece!

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  3. Es un libro grandioso, genial, te hace querer más desde un comienzo, de por si me parece que los aforismos y algunos ideales inmersos en las conversaciones de los personajes son demasiado buenos, ya que reflejan ciertos puntos de vista y filosóficamente hace pensar cual es el ideal de nación que nos han inculcado.

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  4. Es un libro grandioso, genial, te hace querer más desde un comienzo, de por si me parece que los aforismos y algunos ideales inmersos en las conversaciones de los personajes son demasiado buenos, ya que reflejan ciertos puntos de vista y filosóficamente hace pensar cual es el ideal de nación que nos han inculcado.

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